Los hábitos de consumo de la sociedad en la que vivimos van cambiando con el paso del tiempo, y son totalmente diferentes entre generaciones debido a las circunstancias que marcan a cada una de ellas. Pero la palabra consumismo es más reciente, es algo que surge en las últimas décadas del siglo XX y que llega de la mano del gran desarrollo económico mundial, y que en esta ocasión enfocamos más hacia la industria de la moda. “Hace años no podía imaginar pasar una semana de mi vida sin ir de compras. Iba como deporte, necesitaba salir de las tiendas habiendo comprado algo que probablemente se quedase en el armario esperando su oportunidad para ser estrenado. No eran compras pensadas ni mucho menos necesarias, mas bien era el tener y acumular sin reflexión, por no hablar de las plataformas de compra-venta, me daban repelús. De esa época ya ha pasado algún tiempo, afortunadamente, y ahora he cambiado de filosofía: voy de tiendas cuando lo necesito y revendo todo aquello que no uso pero que está en muy buen estado, y por supuesto, he salvado mi reticencia a comprar prendas de segunda mano.”

Segunda mano igual a sostenibilidad
No podemos negar que la pandemia ha sido un punto de inflexión en cuanto al cambio de mentalidad social y un factor alentador al auge de la compra de piezas de segunda mano, pero antes de que ocurriese, todo esto ya existía. Internet nos ofrece multitud de posibilidades para comprar y vender ropa de segunda mano, muchas veces con etiqueta incluida, ropa que ni siquiera ha sido estrenada, fruto del consumismo compulsivo que nos lleva a comprar a veces sin ton ni son tanto prendas como accesorios que acabamos relegando al fondo de nuestro armario.
Vender lo que nos sobra o comprar artículos que deseamos en este tipo de páginas contribuye a la llamada economía circular. En este momento cabe recordar que la industria de la moda es la segunda mas contaminante del planeta gracias a la vorágine del “fast fashion”. Según un informe de Farfetch, adquirir un artículo usado supone ahorrar un promedio de 1 kg de residuos, más de 3.000 litros de agua y más de 20 kg de CO2 si se compara con un artículo de primera mano.
Las firmas cambian su estrategia para proponer sostenibilidad
Para contribuir a la economía circular, a la sostenibilidad, y para mejorar y renovar su imagen de marca cada vez son más las firmas o plataformas que ponen al servicio del consumidor la posibilidad de entregar aquella ropa que ya no usan a cambio de crédito para comprar ropa nueva, es el caso del centro comercial Printemps, en París, que a través de este sistema de recompra ha puesto a disposición de sus visitantes una nueva planta dedicada enteramente a a ropa vintage y de segunda mano.
Las marcas son conocedoras de esta tendencia en los hábitos de consumo y evidentemente su continuidad pasa por crear nuevas estrategias orientadas a atraer al público que prefiere comprar ropa hecha para durar, como antaño, o ropa que no pasa de moda, o que simplemente quieren comprar nuevas tendencias pero de una manera que sea lo más sostenible posible.

Las compras de segunda mano: ¿orgullo o estigma?
Cuando vendemos alguna pieza que no usamos de nuestro armario, destinamos muchas veces esos ingresos a comprarnos otra cosa que llevamos tiempo anhelando. Y es que el termino de segunda mano muchas veces, por no hablar de la mayoría de los casos, es totalmente falso. “Personalmente, he llegado a comprar a través de aplicaciones como Vinted tanto prendas, como calzado o accesorios totalmente nuevos, a los que únicamente les faltaba la etiqueta. Es fácil adivinarlo, por ejemplo, cuando compras unos zapatos que están impolutos y cuya suela no tiene ni un rasguño. Cuando se trata de vender, nunca subo a la venta ropa que no esté en buenas condiciones, realmente son artículos que me he puesto una o dos veces, por no decir que en muchos casos solamente le había retirado la etiqueta, pero nunca me los había llegado a poner.”
Y es que se prevé que el mercado de segunda mano se duplique de aquí a cinco años y que crezca once veces más rápido que el comercio al por menor de ropa, según ha publicado recientemente la revista Vogue. Todo este cambio en la forma de pensar del consumidor es gracias al cambio generacional, a la llamada Generación Z, que se sienten más orgullosos de contribuir al cambio y a la sostenibilidad y de reconocerlo en oposición al estigma social que podría producir para alguien de generaciones anteriores admitir llevar una prenda que ha pertenecido a otra persona.
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