Por supuesto, el arte se ha usado en incontables ocasiones como reivindicación o para mostrar al mundo un problema social o por ejemplo climático. 

En los últimos tiempos estamos viendo como se han producido diversos daños a, sobre todo, pinturas y esculturas en exposición en los museos más importantes del planeta. 

Se reconoce que, siendo los museos lugares donde el público tiene voz, se pueda considerar para algunas personas el sitio “adecuado” para ciertas acciones reivindicativas como en este caso, estos llamados ataques o daños a obras de arte por reivindicaciones climáticas; sin embargo, resulta impactante ver que en vez de elegirse otros escenarios u otros espacios que realmente sí sean o hayan sido de alguna forma dañinos para nuestra sociedad actual o perfectos para mandar un mensaje, se escoja en su mayoría, pinturas o esculturas tan famosas y apreciadas como Los Girasoles de Van Gogh, Muerte y Vida de Gustav Klimt o La Gioconda de Leonardo da Vinci.

Dos activistas lanzan pintura negra sobre la obra ‘Muerte y vida’ de Gustav Klimt. Fuente: abc.es

¿Por qué?

Son acciones que para ciertas personas activistas resultan justificadas y acertadas; sean o no lo sean, lo dejamos a vuestro criterio. ¿Es posible que el planteamiento radique en que si el objetivo es llegar al público masivo o mainstream para hacer llegar el mensaje, se vea desde fuera como algo realmente negativo e injustificado ya que, el arte siempre ha tenido connotaciones en general positivas y al fin y al cabo es patrimonio cultural?

El arte ha estado siempre muy vinculado al activismo, creándose incluso la existencia del término “artivismo”: esto es el fénomeno que se produce cuando las líneas entre arte y activismo se vuelven difusas y difíciles de separar. Es un tipo de arte que no sigue los cánones establecidos, rompe con las normas establecidas y envía un claro mensaje.

Posiblemente te suenen las conocidas vanguardias artísticas como por ejemplo el dadaísmo con sus grandes exponentes como Salvador Dalí o Marcel Duchamp, y quizás también el futurismo o el surrealismo, todos ellos son movimientos que dieron origen al artivismo durante el siglo XX.

Todo ello acompañado en ocasiones de performances que luchaban contras las injusticias y las desigualdades en la sociedad.

«Atacar a algo con repercusión, crea repercusión»

Existiendo una unión histórica entre el arte y la lucha por un mundo mejor se vuelve complicado encontrar el origen de esa motivación por la destrucción, sin embargo siendo el arte una vía de comunicación importantísima y clave, nos conduce a las siguientes reflexiones:

¿Puede que ciertos museos se hayan convertido para algunas personas en sitios ya “rancios”, “herméticos” y perpetuadores del “mismo arte de siempre” y valores del pasado?, ¿sería éste uno de los motivos, que, junto con la exposición mediática, consideren las personas activistas el mejor sitio para realizar estos ataques?

Desde luego, surgen infinidad de preguntas de, lo que a priori, nos puede parecer, o no, justificable del ataque a obras de arte, siendo éstas en teoría, una fuente de las más antiguas reivindicaciones. 

¿Se considerará que la verdadera reivindicación viene del presente de la calle, de la cultura del esfuerzo y refiriéndonos al ámbito artístico, de lugares expositivos más inclusivos y accesibles?

Un buen debate en el que saber vuestra opinión, ¿esta sería entonces la mejor estrategia a seguir: el daño al patrimonio cultural como protesta?

Fotografía de portada: generada por IA

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