La carta de presentación de un artista en la actualidad son las redes sociales. De cómo se autodefine, lo que muestra y de lo que él podemos intuir.
Lo primero que llama del perfil de @elisabethphotographer es la elegancia, la intimidad y la ternura de su trabajo.
Se descubre profundidad en sus retratos y autorretratos; la sensualidad sin ser soez que parece haber desaparecido y sobre todo lo profesional y detallista que es con la luz y las sombras, con el enfoque y el encuadre. En definitiva: la artista que lleva dentro.
Si haces click en su web, Beso al arte, Elisabet nos abre las puertas de su mundo. Su pureza, lo más profundo de su ser: sus escritos.
Puedes descubrir sus textos en el apartado diario íntimo pero también sus poemas –pequeños fragmentos–.
Camino arrastrada por el animal buscando un lugar donde depositar las heces. Utilizo una vieja
camiseta blanca para dormir. He pensado en deshacerme de ella. La delgada línea que queda por encima
del pecho ha dejado de ser pura. Me pregunto si es posible. Si la suciedad proliferará en mi pecho. Si
acaso es por eso por lo que me siento así.
Lo único que me asusta es esta extraña delgadez. El recuerdo de la adolescencia forzada. El dolor
despierto en la entrepierna y el rechazo a compartir mi cuerpo con otro cuerpo. Hasta hace algunos
años tuve sueños lésbicos. La mujer que me vio crecer, pero me evita, sabe que dudé de mi sexualidad
incluso cuando amaba el cuerpo de un hombre. Sueño con un par de sábanas sucias, el esperma de
nuestros genitales dibujando círculos perfectos. Tú, acercando tu cama a la mía, perforándome el
cuerpo, hasta la infinitud.Fragmento extraído de Acuérdate de mí, Diario íntimo.
Toda su obra rebosa una oda al cuerpo humano.
Como otras artistas, el proceso de encontrarse a sí misma ha sido difícil, baches en el camino como dolencias, pero el resultado vale la pena. Su relación con su cuerpo provocó que ahora sea el centro de su arte.
¿Por qué el cuerpo?, nos preguntamos: “Como todo en mi proceso creativo, no fui yo quien lo eligió. Empecé a fotografiar el cuerpo de un tercero, mi madre, hace años cuando decidí estudiar audiovisuales. Meses más tarde, cambié –sin saber por qué– los pliegues de sus pies desnudos, siempre en la cama sobre la que duerme, por pequeños fragmentos de mi propia anatomía. Con el tiempo entendí que era una manera de comunicarme conmigo misma. Me sentía rota. Junto a mi terapeuta alcancé a comprender que el cuerpo es una de mis mayores herramientas para experimentar la vida. A través de él, entiendo lo que sucede, lo que me invade y siento; a través del movimiento, su forma, su color. Todo acontece en el cuerpo. En él está escrita e impregnada la historia de cada uno de nosotros.”
Preguntamos a Elisabet qué busca expresar con su obra a lo que dudosa, contesta: “Creo que esta es una de las preguntas más difíciles. La verdad, aunque pueda sonar extraño, no tengo la intención de transmitir nada.”
Como fotógrafa, continúa, se siente invadida y se deja llevar por el impulso puro de crear y compartir curiosidades y la belleza. Suele trabajar consigo misma, “Yo misma, soy un boceto en blanco para mí.” Cuando ejerce tras su cámara, su mirada funciona de otra manera. “Puedo, observando a otra persona, sentir la imperiosa necesidad de fotografiarla, como si su cuerpo me llamase: ¡ey! Estoy aquí, hay algo que tiene la necesidad de ser descubierto”. Desea, mientras sigue hablando de esta faceta, desarrollar la capacidad del atrevimiento.
“Se me han escapado muchas personas por no atreverme a hablar de mi labor como fotógrafa”, se lamenta.
En su faceta como escritora “Me he limitado a escucharme, darme valor y reconocimiento. Si algo he querido mostrar, pagando un precio muy alto por ello, es mi verdad”.
En palabras textuales, ha querido mostrar al mundo cómo ha sido el relato que ella misma ha narrado –y continúa narrando- a lo largo de su vida. Ha reunido el valor que creía que no tenía -y del que muchas personas carecen y desearían alcanzar- para darle visibilidad a sentimientos desagradables, de los que se intenta huir en vez de enfrentarlos, como el miedo, el dolor o la enfermedad; más concretamente, en este último caso enfocándose en la enfermedad de carácter mental “quizás para que otros dejen de sentirse diferentes y solos, o para que yo misma deje de sentirme así”.
De ahí, de ese sentimiento, nace su poemario en el que relata, sin censura, “episodios de intentos de suicidio, abusos, fobia social y anorexia”. Una obra inédita que en sus inicios fueron fragmentos de un diario que contiene todos los temas tabú de la sociedad concentrados “en un diálogo dirigido a mi madre, una especie de grito”.
En su libro, uno de los poemas que más cicatrices invisibles ha dejado marcando su cuerpo, un fragmento de su diario, que comenzó a construir en la madrugada, después de tener un sueño. En él, relata experiencias de abusos sexuales. “Literalmente, sentí que lo vomitaba”.
A pesar de reconocer que no es la misma persona que hace un lustro, Elisabet siente que no ha empezado a vivir su sueño. Nunca se vió creando una página web como la que lleva su nombre, invertir en su proyecto personal y no tener miedo a compartir esos fragmentos de su alma, tan íntimos y dolorosos. Aunque tenía muy claro, apenas con ocho años de edad, que quería escribir su historia.
“Independientemente de estas cosas, hablar de sueños es imaginarme publicando mi poemario con una editorial que realmente resuene con el proyecto, exponer mis fotografías y sobre todo, poder seguir aprendiendo y escribiendo”.
Desde esta plataforma hacemos una llamada y esperamos que alguna editorial lea este artículo y convierta este proyecto en un ejemplar que podamos tocar, leer, disfrutar.
Desde aquí doy las gracias a @prepyus por darme la oportunidad de conocer a esta artista gracias a su grupo de cartas estivales que ha germinado en esta entrevista y en otros proyectos y por supuesto gracias a Elisabet por compartir con nosotros su arte y por supuesto darnos a conocer una parte de su alma.
Derechos reservados. No distribución. No comercialización. Autoría fotografías: @elisabethphotographer