Andrea significa fuerza vital. Ella es pura luz. No en balde, nació a los seis días del comienzo del mes que da preludio al verano. Licenciada en periodismo. El inicio de un currículum vitae que tan solo constituye una milésima parte de su personalidad, ya que, entre otras muchas cosas, participa como tertuliana en un programa de radio. Blogger, cofundadora de una shop online que lleva su nombre, además de escritora. Tendemos a asemejar a los escritores con novelas largas y densas como “Guerra y Paz” de Tolstói o “Crimen y Castigo” de Sthendal. Pero existe otro tipo de escritura más inmediata que podemos leer en nuestro camino en el transporte público hacia el trabajo o el colegio y que, a pesar de su no complejidad, resulta hermosa. La prosa poética. Andrea en su perfil de Instagram abre una pequeña ventana a su cotidianidad, a su manera de ser, acompañando sus fotografías, siempre cuidadas, de textos más o menos breves o más extensos, en los que el lector se siente perfectamente identificado. Pensamientos y dudas propias, íntimas y personales. Debates ardientes. En definitiva, cultura. Y ahora, tras haber traspasado la barrera de su tercera década de vida y estando su libro actualmente comercializándose en plataformas como La Casa del Libro, hablamos con ella para conocer un pedacito más de esas otras primeras veces…

Su nombre @prepyus no es sólo un nick, un sobrenombre. Es un recordatorio de su época de instituto, una palabra arrojada contra su persona a modo de insulto. A pesar de haber sufrido bullying, Andrea Mateos sacó algo positivo del sufrimiento, convirtiendo algo que la hería en algo que hoy la define.

“Al llegar a la universidad, decidí darle un giro y transformarla en mi marca personal. Se trata de una palabra inventada, una derivación de algo que me dolía y que, a día de hoy, constituye mi fuerza vital. Lo que escuece siempre resucita. Y a mí me gusta pensar que lo que me arrojan con odio puede convertirse en algo que me palpite”

Quiénes han sido víctimas del bullying saben por propia experiencia que la primera herida de muerte es la autoestima, que se ve mermada o incluso perdida y es difícil de recuperar. Por ello, durante mucho tiempo se obsesionó con la idea de gustar a los demás, llegando incluso a vestir, a decir y a hacer cosas en las que echando la vista atrás no se reconoce. “Sólo quería encajar en algún lugar. Aunque ese lugar fuera equivocado y con gente que no merecía la pena. Trabajar en una misma, en sus pensamientos, es un camino largo y tedioso. De hecho, todavía sigo descubriéndome. Pero ahora mismo me encanta cómo soy, en todos los sentidos, porque me soy fiel a mí misma por encima de todo lo demás”.

Instagram es esa ventana en la que, se abre en canal, pero guardando bajo llave un espacio de intimidad. Su contenido alterna con consejos de belleza, moda, lifestyle, en ocasiones interrumpidas por pensamientos propios que comparte con sus seguidores.

Andrea es una persona reflexiva le encanta disfrutar del proceso de creación, del tiempo para sí misma pero cuando observa una injusticia no se muerde la lengua en las RRSS.
“Aunque era mucho más incendiaria en mi época universitaria, más radical y visceral, me fui moderando y aprendí a morderme la lengua. Sin embargo, todavía me cuesta. Especialmente cuando veo que acribillan y se ceban con otra persona. Creo que me hace remover los recuerdos del bullying que sufrí en mi adolescencia y me parece terrible. Lo siento, pero no lo tolero. Supongo que hago lo que me hubiera gustado que hicieran conmigo: que alguien saliera en mi defensa. Aunque solo fuera una persona.”

Por ello crea y comparte belleza, para abstraerse del mundo. Su propia perspectiva y manera de concebir la vida es algo que ha ido cultivando con el paso del tiempo. El hecho de haber vivido en el extranjero le abrió la mente e influyó en varias facetas de su personalidad. “Me siento muy agradecida por todo lo que viví. No soy la misma persona. Colombia ha supuesto un antes y un después en mi vida. Nací española, pero ahora soy hispano colombiana. Y lo digo con orgullo. Mi corazón siempre va a estar dividido entre dos aguas.”

Vivió durante años rodeada de gente emocional e intelectualmente “bonita”, le ha ayudado mucho a acentuar ese acto de absorber todo lo bueno que le otorga la vida. “Aunque es cierto que, ya desde pequeña, notaba que sentía las cosas de una manera diferente. Digo “diferente” si tomamos como concepto lo socialmente establecido”.

La primera impresión al conocer a Andrea Mateos es la figura de una chica actual, una coraza pintada y esculpida que encierra en realidad un alma que concentra varias épocas y varias mujeres en una. Una chica de hoy que se niega a dejar a atrás cosas hermosas sólo por el hecho de que las sociedad las considere pasadas de moda. Cuando le preguntamos sobre la época de la historia en que le habría gustado vivir duda entre la década de los años 50, por la estética femenina. Pero contesta vehementemente “Ahora te diría que en siglo XVII. Me veo como una Cristina de Suecia a lomos de un noble corcel, leyendo, estudiando poesía, revelándome contra el mundo y practicando tiro con arco en mi tiempo de ocio. Me da rabia, pero es que todo lo que me gusta y/o se me da bien no tiene cabida en el siglo XXI. No bajo términos de rentabilidad, que parece que es lo único que importa. Todo el mundo te pregunta que a qué te dedicas o cuánto ganas, pero nadie te pregunta si eres feliz, que me parece mucho más importante, ya que es nuestro único y real propósito de vida”.

Un ejemplo de actividades demodé que sigue realizando, es que es de esas pocas personas que sigue escribiendo cartas. “Cuando era pequeña, nuestro buzón siempre estaba lleno de sobres en la época de verano y Navidad. Con el paso de los años, solo recibíamos folletos de publicidad. Y ahora ya ni eso. Me parece una tradición preciosa que, al menos por mi parte, no quiero que se pierda. Escribir una carta es algo en lo que no se tarda excesivo tiempo pero “Es dejar salir lo que te late. Lo de que sea “al modo antiguo” es sólo una idea más para hacerlo más divertido. Siempre me ha gustado imaginarme de muchas formas. Al final, es lo que hacíamos cuando éramos niñas: inventarnos historias y roles. Crecer no debe significar nunca abandonar a la niña que fuimos. Esa es una de las cosas que también menciono e insto en mi libro”.

A mediados de este mes, repetirá una acción que inició el año pasado en el que pone en contacto a los seguidores que se adhieran a la misma con el objetivo de conocer gente, siempre a través de las líneas escritas a puño y letra en una hoja de papel vintage.

La escritura ha formado parte intrínseca de su carisma, por lo que no causa extrañeza que el periodismo sea la carrera que haya decidido estudiar. Sin embargo, nos hace una confesión: “Esto creo que no lo he contado todavía en mis redes sociales: quería estudiar medicina, porque era lo que se esperaba que estudiara alguien con mi expediente académico. Sin embargo, al llegar a la selectividad, me quedé a las puertas de entrar en la carrera. Mi segunda opción era periodismo, porque lo que más me ha gustado siempre en esta vida ha sido escribir. Sin embargo, a día de hoy, creo que no hubiera estudiado ni medicina ni periodismo. Si volviera a tener 18 años, me diría que no escuchara a nadie y que hiciera lo que me nace del corazón, que es la literatura. Solo que nunca lo había intentado. Nunca me había intentado. ¿Y sabes qué? Que voy a apostar por mí.

Y lo hizo…

#misotrasprimerasveces nació de una necesidad. El confinamiento “me estaba ahogando y me llevó a viajar por recuerdos que ya creía olvidados. Así que comencé a escribir, ya que no podía hacer otra cosa”.

Para sentir la lectura, hay que concentrarse en cada palabra. Y aunque al mundo nos ha robado la libertad ella siente que le ha dado tiempo.
“Me ha hecho replantearme muchas cosas. Gracias a ello he publicado mi primer libro. Tengo terminado otro. Medio escrito otro más. Incluso diría que la libertad me la ha robado también a medias, es decir, te diría que sí en términos físicos, pero en términos intelectuales y emocionales quiero pensar que nos ha liberado de muchas de nuestras cadenas. ¿No te parece?”

Papel o a veces una simple servilleta de un bar ( recientemente la grabadora del teléfono) fueron los testigos de palabras encadenadas y canciones como “The Ecstasy of Gold” de Ennio Morricone que tenía guardadas; y otras que iba descubriendo mientras escribía, como “Pirates” de Alicia Enstrom, han sido escogidas al detalle para cada uno de los capítulos.
Al haberse quedado sin trabajo durante tres meses y verse obligada a clausurar su negocio, decidió publicar el libro por su cuenta y riesgo pero siempre con el apoyo incondicional de su pareja, con la incertidumbre de si sus clientas acostumbradas a consumir moda, darían buena acogida a este nuevo proyecto.

“Y resulta que, después de todo, ha gustado más que mi ropa.”

El libro viene con instrucciones de uso: una bebida caliente y un acompañante, el silencio, sólo interrumpido por la lista de reproducción que complementa el título de cada capítulo: “Siempre he pensado que el vino es más para compartir y conversar, ya que el alcohol desinhibe. En cambio, las bebidas calientes me alientan a tener una relación estrecha con la soledad, algo que considero necesario a la hora de leer y sumergirte”.

Es un libro que no sólo se lee. Se escucha. Se siente. Y deja huella. Y que ha ayudado a lectores como nos confiesa finalmente su autora.
“Me han escrito varias chicas para darme las gracias, para decirme que este libro les ha ayudado a sanarse. Yo sé que ahora hay demasiada gente pasando por momentos difíciles. Así que uno de mis objetivos era precisamente ese: provocar un remanso de paz en el corazón de quien lo lee. De ahí que las actividades propuestas durante su lectura tengan todas que ver con el mundo del arte. El arte sana. Pero supongo que el testimonio que más me ha llegado al alma fue el de una chica, hace un año, que me escribió para contarme algo muy personal y desgarrador y por eso decidí regalarle mi ebook (recordemos que hace un año solo estaba disponible en formato digital). A los días me mandó un audio y me dijo que le estaba ayudando mucho. Yo espero que así fuera. Me encantaría poder contaros su historia, pero entonces estaría violando su privacidad y la confianza depositada en mi persona. Solo quisiera mandarle desde aquí un mensaje, porque si lee esto va a saber que estoy hablando de ella, y decirle que es una mujer extraordinaria y que merece todo lo bonito que le pase”.

En conclusión, quien conoce a Andrea Mateos (@prepyus) bien en persona o a través de su obra, debe considerarse afortunado, porque cada palabra escrita o escuchada nos enriquece, pues te hace replantear y reflexionar asuntos que habrían pasado desapercibidos.

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