Un manto de estrellas. Pero no a la intemperie, no en la noche, sino en una carpa donde brillan gracias a luces de varios colores que se reflejan alternativamente y salpican el interior con las tonalidades del arcoiris, entre purpurina, humo y serpentinas.
En esta época del año, no hace mucho tiempo, los espectáculos sobre todo aquellos itinerantes llegaban a las ciudades impregnando de ilusión, luces y color grandes y pequeñas ciudades.
Era típico que los mayores agasajasen al acabar las clases con reuniones familiares: chocolatadas, tardes en las pistas de hielo, tardes-noches en las pistas de circo para que los elfos y demás ayudantes puedan realizar sus quehaceres y preparativos para la noche más mágica del año.
Pero en la actualidad, estos espectáculos que antes significaban el comienzo de las vacaciones, de las reuniones y reencuentros ya no son indicativos de una fecha concreta.
Sino simplemente el símbolo de esas reuniones familiares y de amigos, de risas, de bocas abiertas de par en par que constituyen la reminiscencia de ese concepto.
Pero este tiene algo más especial; la apariencia de circo es eso, apariencia. Un espejismo. Una máscara que esconde mucho más.
La ciudad de “Los Muchachos” es un recinto que se erige en Benposta, en la provincia gallega de Ourense pero que no pertenece a ningún territorio físico o político. Fue fundada en la década de los 60 por el padre Jesús Silva Méndez con la idea no sólo de dedicarse a la caridad y a los más desfavorecidos, sino como un proyecto educativo basada en los principios católicos que él como teólogo defendía, para los niños con menos posibilidades.
El proyecto nacía de una escuela circense precursora de actuaciones de circos tan actuales y renombrados como El Circo del Sol, en la que no se incluyen animales a excepción de algunos caballos montados por los acróbatas, siendo éstos últimos el reclamo de la función.
Entre rumores de secta y visiones utópicas y con las restricciones de la política franquista de la época -que finalizaría en el año 1975- nació una comunidad de alma anarquista en la que se existía una moneda propia y se decidía de manera democrática al más puro estilo de la era clásica. Se crearon industrias, infraestructuras… Un modelo que se fue readaptando en otros países de Suramérica y que hoy ve modelos homogéneos en ciudades como Colombia.
En el año 2000 tras la muerte del padre Silva, fue desmantelado. En la actualidad, es Mustafa Danguir quién trata de recuperar el esplendor de la olvidada ciudad y del espíritu de aquellos “Muchachos” a los que la vida parecía haber dado la espalda, se agarraron con fuerza a la tabla de salvación que aquel cura cristiano les ofrecía, tomaron las riendas de su vida y le dieron un giro de 180º, convirtiéndose en un referente del sector del ocio y del espectáculo.
Hoy en día, la entrada en Bemposta ya no está llena de bullicio ni risas de niños. Semeja un pueblo fantasma en cuyo centro neurálgico se eleva la carpa en otro tiempo llena de color pero en cuyo interior se siguen forjando nuevos talentos.
Quizás, tras este artículo que sólo pretende como el resto de nuestras publicaciones descubrir, vuelvan las risas a las calles de Bemposta. Las risas y las bocas abiertas de par en par a su carpa. Y los aplausos inunden el interior de su carpa una vez más.
El circo de «Los Muchachos» vuelve a abrir sus puertas a aquellos que quieran desentrañar los misterios del mundo creado en una pequeña parcela de Ourense, y pueden disfrutar de sus espectáculos los sábados y domingos.