El día 22 de mayo se celebra el día de un órgano femenino llamado por Galeno de manera romántica Ninfa. 

Un órgano sobre el que se han empezado a hacer estudios hace dos décadas, cuando la medicina es una ciencia milenaria. 

Cuesta creer que hace menos de cien años la mujer pasase su noche de bodas bajo una sábana cuando el hombre tenía acceso a todas las artes amatorias. La concepción clásica de que la mujer era el recipiente necesario para la creación de los griegos y la idea del sexo como mecanismo de reproducción por parte de la Iglesia Católica. La lujuria es uno de los siete pecados capitales y el ejemplo está en el Génesis, concretamente cuando se habla de las ciudades de Sodoma y Gomorra.

Hace apenas cincuenta años en las escuelas no se hablaba de la menstruación, muchas mujeres de la edad de nuestras madres la descubrieron con horror cuando hacía su primera aparición. 

En la literatura, en el cine, se muestra y verbaliza el placer masculino. Existe la pornografía. La novela romántica o erótica se leía a escondidas y sus creadoras se ocultaban en las tinieblas de un pseudónimo.

Sigue dando pudor hablar sobre sexualidad en general cuando es algo natural y casi instinto animal.

Para las mujeres el mejor afrodisíaco son las palabras.

Isabel Allende

Clementine Lips (@clementine_lips), escritora entre otros géneros de novela erótica (ya que también ha escrito ensayos sobre la sexualidad femenina y sobre las sectas) aboga por una novela erótica diferente, libre de clichés en personajes y relaciones.

Comenzó a escribir desde muy pequeña y, confiesa, a veces incluso, en medio de las clases «haciendo que tomaba apuntes». Mientras cursaba la carrera, una etapa de estudio más demandante que el instituto, minoró. Pero en la etapa del doctorado se sintió «profundamente triste» y empezó a escribir de nuevo para lidiar con esa tristeza y quitársela de encima.

Era un momento de autodescubrimiento que incluía la sexualidad, en palabras de la autora «pero que iba más allá, al igual que la sexualidad no es sólo lo que hacemos en la cama. Como muchas otras mujeres, me había dado cuenta de que mi deseo estaba moldeado para los hombres en lugar de para mí. Busqué entonces obras que me ayudaran a liberarme de esa mentalidad, pero no encontré ninguna. Se me ocurrió que si no podía encontrar nada que me convenciese, debería crear yo algo para mí».

Compartió sus relatos con su entorno más cercano y se lanzó a publicarlos.

Sexualidad. Que palabra tan natural y a la vez tan obscena. Tenemos que reconocer que se nos hace difícil pronunciarla, escribirla; primero, por educación porque la sociedad nos ha enseñado a no verbalizar el placer, específicamente el femenino. Segundo –y a la vez consecuencia de esta primera razón– por la censura de la red.

Le preguntamos a Clementine Lips por qué sigue costando hablar de este tema.

«Por un lado, –contesta la autora–, nos sabemos muy bien la teoría sobre que la sexualidad no es nada malo, pero bajarla a la práctica es otra cosa. Sabemos que nuestros tabúes alrededor de la sexualidad son construidos: provienen de los valores religiosos que nos siguen influyendo aunque supuestamente somos una sociedad laica. Pero no hemos sido capaces realmente de deshacernos de la vergüenza en la práctica, en el día a día, cuando nos toca hablar con nuestras amigas de la masturbación, de nuestra pareja de cómo nos gusta que nos toquen, o cuando hay charlas sobre sexualidad en clase».

«Por otra parte, reflexiona, el sexo es un momento de extrema vulnerabilidad: estamos desnudos ante otra persona, cuerpo con cuerpo. Podemos ver todo de esa persona a nivel corporal, con todos los complejos que tenemos hoy en día. Nos estamos revelando. Además, si queremos disfrutar de lo que está ocurriendo, tenemos que bajar barreras mentales; ponemos caras raras, hacemos ruidos extraños… toda esa elegancia y restricción que tenemos durante otros encuentros se desvanece. En el mundo de hoy en día la vulnerabilidad parece otro más de los pecados capitales, así que es normal que nos cueste tanto hablar de sexualidad con honestidad».

Nos preguntamos si el auge del feminismo ha provocado un aumento en el consumo de novela erótica y así se lo hacemos saber a nuestra invitada. Las mujeres siempre hemos sido las consumidoras por excelencia de erótica y aunque 50 sombras de Grey no es precisamente una novela feminista, constituye un punto de inflexión.

La novela erótica existía, se leía; era leída por mujeres. Mujeres escondidas. Mujeres a escondidas.

«Creo que posiblemente lo que ha hecho el feminismo es hacernos sentir seguras leyendo este tipo de libros en público, y normalizar que se incluya contenido explícito en la cultura dirigida a mujeres».

En las novelas de Clementine Lips podemos observar trazas de feminismo, autoconocimiento, representación lésbica, poliamor en un mundo en que aún siendo tabú seguía manteniéndose muy tradicional.  

«Concebí mis primeros libros como un campo de experimentación para mí. Por eso el feminismo tiene que estar presente, y el autoconocimiento es el hilo conductor: esas mujeres seguras de sí mismas eran mi faro, y las que estaban aun en las fases de descubrimiento me mostraban cómo podría llegar a conocerme mejor. Puesto que se trataba de explorar, no cerré ninguna puerta. Quería poner todas las posibilidades que se me ocurriesen a la misma altura para ver qué encajaba conmigo. Creo que esto puede ser ideal para otras mujeres porque pueden hacer lo mismo: explorar todas las opciones desde la comodidad de su casa para discernir qué caminos quieren tomar.»

Además de sus novelas y ensayos, destaca en su obra el cuaderno de escritura erótica, «un librito con ideas para que quien lo adquiera pueda escribir sus propios relatos eróticos. Contiene listas de palabras y frases iniciales para inspirar a la gente (…) Estas ideas ayudan a llevar a tierra los pensamientos abstractos de las fantasías que revolotean por nuestra cabeza, les dan cierta estructura. Tiene también una introducción en la que explico cómo usar el cuaderno y cómo construir un relato erótico para quienes no hayan escrito nunca». La idea era trasladar el concepto de escritura terapéutica a la erótica (aunque esto obviamente no convalida acudir a terapia sexológica si existe un problema grave). Creo que muchas mujeres se pueden beneficiar de escribir sus fantasías, tanto para divertirse como para trabajar aspectos de su deseo que las incomoden. Necesitamos más mujeres seguras de su sexualidad, que sepan lo que quieren y cómo conseguirlo. El cuaderno está pensado para ayudarnos a llegar a ese objetivo».

Precisamente por esto, y siendo esta una de las parcelas más complejas de la literatura, le preguntamos a Clementine si ha flaqueado en sus sueños y pensado en cambiar el rumbo.

Asiente, precisamente por la censura y por la manera en la que concibió sus libros ya que no es la postura prototípica por la que suelen apostar las editoriales tradicionales.

«Son libros de relatos y además de erótica que realmente tiene el placer y el deseo de las mujeres en el centro. Sin querer darme aires, no creo que haya nada así en el mercado, ni siquiera en las novelas de erótica supuestamente empoderada que he leído hasta ahora. No es una apuesta segura para las editoriales, porque están acostumbradas a que lo que vende son historias como 50 sombras de Grey o en general de amor tóxico. Tengo esperanza de que con el auge del feminismo esto vaya cambiando y haya espacio en las librerías para otras historias que no por ser más sanas son menos excitantes».

Advierte a las lectores de este género en la responsabilidad de lo que consumen pues «hay muchas cosas que no registramos conscientemente y que nos influyen sin darnos cuenta. E incluso aquello que sabemos que nos hace mal, al verlo de nuevo, puede solidificar nuestro deseo en esa dirección. Les recomendaría que busquen algo picante y positivo para ellas: su deseo y su autoimagen».

Y a las autoras que quieran dedicarse a la novela erótica aconseja que «se nutran de fuentes variadas, no solo de la erótica tradicional» y que sobre todo «escriban para divertirse».

Ya llegando al final de esta entrevista, planteamos una pregunta algo pícara: ¿Leer erótica en soledad o en pareja?

Aunque es un tema muy personal, «ambas opciones pueden ser divertidas y pueden hacerse en tándem. Algo que creo que es muy enriquecedor es, si se lee por separado, compartir con la pareja las escenas que más nos gusten».

Para terminar, indagamos en sus trabajos actuales y nos revela que está trabajando en una novela (en la que se podrá ver con más consistencia ese realismo mágico propio de autores de América Latina) sin dejar de crear una colección de relatos entre mitológicos y mágicos «en los que busco rescatar o contar de manera distinta las historias de seres femeninos de diferentes mitologías».

Por último, nos adelanta «tengo un nuevo ensayo en mente para el cual estoy actualmente preparando una propuesta editorial. El ensayo tratará sobre cómo el patriarcado funciona en muchos aspectos como una secta multitudinaria: desde la presión estética al miedo a estar “solas” de las mujeres, pasando por las relaciones de maltrato en sí, que son un microambiente sectario en sí mismas».

Como podrán imaginar nuestros lectores, estamos deseando contar con Clementine Lips en una ocasión futura, esta vez para una conversación sobre sus interesantísimos ensayos.

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