La segmentación de mercado es un método por el cual se pueden dividir a los clientes potenciales en grupos, los que permite a las empresas realizar publicidades y mensajes personalizados a las audiencias correctas.

La individualización y el ensalzamiento de la personalidad del ego en una sociedad tan magnate, masificada y elevada a su máxima potencia por efecto de la globalización, provoca el efecto ya inherente a nosotros de sentirnos pequeños en este universo.

Sentimos la necesidad de apoyo, de sentimiento de unión, de pertenencia a círculo de principios uniformes pero últimamente nos encontramos con etiquetas, y que hechos terribles terminan siendo bandera de movimientos sociales y políticos, como si fuesen una propiedad privada.

La ley de patentes y marcas en su momento vetó la suela roja de Louboutin porque los colores no son apropiables. Sin embargo existe la excepción en el caso de que la forma de usar ese color (que debe estar determinado por Pantone ya que no puede ser la tonalidad en general) y eso identifica al producto entre otros similares en el mercado se acepta y se inscribe la patente.

Y hay ciertos símbolos que ya se han convertido en inherentes a una manera de pensar, actuar, de ver la vida. Los más actuales y representativos para la sociedad por ejemplo es el arco iris considerado como propio y sólo del LGTBQ+; la bandera española en vez de patriotismo se haya convertido en sinónimo de fanatismo y el color morado sea única y exclusivamente símbolo del feminismo.

La incoherencia de la sociedad que habla de desdibujar límites, romper barreras y destruir las etiquetas… Y da la sensación de que si estás en un bando estás contra el otro y viceversa.

¿Soy feminista sólo por vestir un traje morado? ¿Puede traerme problemas con el estado de ánimo tremendamente irritable actual de la gente enarbolar una bandera de mi país?

Las Redes Sociales se han convertido en una plataforma rápida de noticias pero el lado negativo es el odio y sobre todo la sobreexposición de la persona de sus pensamientos y de su privacidad.

¿Por qué este odio? ¿De dónde sale?
Ni en la Guerra Civil hubo tantos proyectiles -en este caso balas en forma de palabras- de un «contrincante» a otro.
¿Dónde se ha quedado la palabra tolerancia? Esta enterrada en el cementerio del olvido… Y de la educación.
¿Dónde quedó el sano debate? Ya no existe. Lo ha secuestrado y amordazado el miedo.

Como en las cenas de Navidad para evitar broncas con el cuñado no comentamos públicamente según qué noticias que nos aparecen en Facebook, Instagram o Twitter aunque si lo hagamos en el plano privado. Seleccionamos con quién y dónde mantener la conversación por miedo a quien podamos ofender.

Porque por desgracia existe gente -aún- radical en sus pensamientos y actuaciones con la que no podemos prever como puede reaccionar ante nuestras palabras. Por desgracia, las palabras pueden desencadenar -unilateralmente- actos violentos, enardecidos, físicos o en las redes.
Por ejemplo la Eurocopa, un acto de ocio en el que se usa la bandera española sin ánimo político pero que sacando de contexto podríamos asimilar a un partido político que se sitúa más allá de la derecha.

¿Hasta que punto llevamos la segmentación de mercado a la realidad social de manera inconsciente creando cada vez más brechas? ¿Debemos culpar únicamente a las personas o al hecho de que cada vez más en los medios se cree un cisma entre quién está o no de acuerdo sobre un tema a debatir? ¿Se trata de cortinas de humo para temas que se nos escapan?

En un mundo en que promulgamos libertades sexuales, de movimiento, de pensamiento y rechazamos etiquetas porque se hace tan necesaria una opinión casi radical sobre los temas de actualidad? Parece que se ha desvanecido el matiz gris entre las opiniones antagónicas del blanco y negro.

Esta prohibido ser tibio en un mundo de batalla entre el calor y el frío.

¿Es opinión?
¿Es marketing?
¿Somos realmente libres de las etiquetas o somos presa en cada decisión que tomamos o cada palabra que decimos o escribimos de una pegatina con un determinado nombre en nuestra frente?
¿Soy libre o el libre albedrío es sólo una ilusión?

No deberíamos etiquetar y convertir propio de un movimiento hechos dramáticos que deberían ser condenados por la sociedad en su conjunto. En lugar de ello, deberíamos concienciar al grupo de la maldad, de su existencia y poner remedio a ella.

Porque la sentimiento de no sentirse seguro en tu hogar es un sentimiento universal y compete a la sociedad en su totalidad.

Avanzaremos cuando aprendamos que tener una opinión en un determinado momento determinado no nos cataloga o describe de por vida.
Que la vida no son bloques de granito macizo, parcelas o áreas separadas por férreos muros y que las características intrínsecas son personales susceptibles de modificación y sobre todo tienen más tolerancia entre ellas que las propias personas entre sí.

Tengo claro que me defino como el conjunto de muchas etiquetas.

¿y tú?

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