Tanta estulticia(*) me tiene ojiplática(*)
estupefacta
atónita
anodada
Y es que este artículo tiene un carácter casi elégico(*). Es casi una epístola(*) para quien lo escribe tanto como para el lector con el que ambos terminaremos tomando conciencia de la riqueza del castellano, de lo eviterno(*) que es y de lo misérrimos (*) que somos en su uso, porque esta herencia periclita (*).
La lengua está viva…
pero puede estar muerta mañana, por su inobservancia.
Asesinamos palabras inconscientemente, sustituyéndolas por otras, entre ellas los anglicismos, creyendo que no existen términos en nuestra lengua máter suficientes para expresar lo que pensamos, queremos explicar o sentimos, y creamos palabras o las desvirtuamos y desdibujamos cuando simplemente es…
pura IGNORANCIA…
y a veces…
DESINTERÉS…
Hoy te hemos hecho coger el diccionario (el físico o el del móvil) pero lo vas a agradecer. De ahí esta acribia(*): no sea iletrado (*), no deje el aprendizaje de descubrir el arte de las palabras. No sea nefando (*) del ilustre idioma español.
Le sentimos -a través de la pantalla- obtemperar(*).
Y eso, nos agrada.