Cuánto arte no reconocido y cuántas personas que no pueden vivir de su profesión, muchas, innumerables. Las calles, sobre todo de las grandes ciudades, son escenario y exposición de obras de gran talento, algunas de ellas cerca de convertirse en referentes y otras, la mayoría, olvidadas o carentes de reconocimiento. 

Artes como la pintura, o el dibujo tradicional han sido infravaloradas a lo largo de las últimas décadas por el gran público. Éstas han tenido que reinventarse ofreciendo encargos vía online de ilustraciones muchas de ellas ya digitales a raíz del surgimiento de nuevas herramientas, tecnologías no accesibles para todo el mundo. 

Quedan por lo tanto, esos/as artistas que luchan por hacerse un hueco en este “supuestamente abarrotado” sector según algunos/as, pero, ¿qué sector no lo está? Quizás la respuesta sea que vivimos en un mundo en que las artes en general están infravaloradas pero en gran parte por el desconocimiento del público que no tiene unos conocimientos más allá de lo básico y general que se enseña en los colegios.

Una cultura general muy insuficiente que no incentiva el pensamiento creativo causando finalmente que el gran público no sepa apreciar las obras y por lo tanto su demanda de arte y cultura sea menor. Menor demanda, menores los ingresos.

Así ocurre por ejemplo, casos de artistas callejeros en los que se junta el talento (siempre), la lucha y la suerte de ser descubiertos/as por un “ojo experto” que les ofrece la oportunidad de intentar destacar en el sector. Por desgracia, esto no es lo más habitual aunque existen casos bastante reconocibles sobre todo en la industria de la música y el espectáculo.

Casos de lucha y sacrificio como el de la famosa Josephine Baker (EEUU, 1906 – Francia, 1975), de origen muy humilde comenzó a trabajar con tan sólo 8 años y con 13 tuvo que abandonar los estudios para ponerse a trabajar a jornada completa. De trabajo en trabajo soñaba con ser bailarina y con sus bailes callejeros consiguió su primera oportunidad en la danza cuando tenía 15 años. A los 16 años decidió probar suerte en Broadway y después de participar en algunos musicales, le ofrecieron participar en una gira de espectáculos en Francia.

Josephine Baker, logró cautivar muy pronto al público con sus bailes que se movían entre la comedia y el feminismo con su torso desnudo y su falda. Fue la mujer más fotografiada del año (1926) y se convirtió en un símbolo que inspiraría a artistas como Pablo Picasso. Además, fue la primera mujer negra en tener un papel protagonista en una película. Apodada entre otros nombres, La diosa de ébano, se convirtió en la artista mejor pagada de toda Europa. Se le atribuye el éxito del charlestón en el continente. 

Otros casos más actuales como el de Benjamin Clementine (Londres, 1988) aprendió a tocar el piano de forma autodidacta, apasionado por la música decidió marcharse de su ciudad natal para mudarse a París sin saber que sería de su vida. Comenzó tocando en las calles y metro hasta que un día un pasajero se fijó en él y le ofreció tocar en su bar. A partir de ahí su carrera no dejó de ascender hasta que firmó su primer contrato musical sacando su primer disco en el año 2015. Había nacido un genio, en palabras de Paul McCartney. En 2017 llegó su segundo trabajo y ya ha actuado en varios países, incluido el nuestro. 

Ejemplos de lucha, de no perder la esperanza, de estar convencido/a de tu propio talento y de no rendirte. Te invitamos a conocer el talento de estos artistas.

Fotografías: Esquire.com, Elpaís.com, TheGuardian.com, VanityFair.com

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